El racismo en el fútbol...

Aunque ya en muchos campos europeos el tema del racismo se da por cerrado, aún siguen existiendo fanáticos que por “su enorme pasión por el equipo” gritan, o mejor dicho, vociferan insultos hacia los jugadores de color. Uno de los incidentes más conocidos tuvo lugar en España, cuando en un partido entre el Real Zaragoza y el FC Barcelona, el camerunés Samuel Eto’o amenazó con abandonar el terreno de juego tras recibir insultos raciales de un grupo de espectadores.

No es de extrañarse que los aficionados se excusen en esa pasión por el deporte rey, o por la frustración que sienten cuando ven a su equipo perder. Pero es inadmisible que bajo esos argumentos se ensucie el deporte y se desvirtúe el objetivo real de un partido que no es más que ir a disfrutar del juego bonito.

Así que sea cual sea la razón de sus acciones, un amplio consenso, que se ha ido construyendo a lo largo de los años, afirma que el racismo debe ser eliminado del deporte en general, y del fútbol en particular. Este movimiento ha recibido el apoyo de los gobiernos, las federaciones deportivas, los clubes, las asociaciones de fans y otras organizaciones no gubernamentales, así como de empresas en diferentes países.

Como ejemplo de esto último, pueden mencionarse las campañas que se han emprendido en varios países tales como Pick it Out y Show Racism the Red Card en Inglaterra; FairPlay en Austria; Balance 2006 en Alemania, Fútbol Against Racism in the Americas (FARA, entre otras. Mientras, la FIFA ha puesto en marcha la campaña "Contra el Racismo", y la UEFA ha elaborado un plan de acción para clubes profesionales llamado “Unidos contra el racismo en el fútbol europeo”.

Pero más allá de las normas, las reglas y todo el apoyo que han recibido las campañas de parte de las federaciones, se necesita de una conciencia por parte de los fanáticos del fútbol, los cuales deben recordar que el deporte no debe ser fuente de divisiones, sino la cuna de la unión y el mejor reflejo de que en la unión está la fuerza. Una última reflexión: Aquel que denigra al otro, es porque duda de su capacidad de vencerlo.