domingo, 30 de diciembre de 2007

Noche Buena

Cuando cerraron la puerta el animal se resignó a pasar las horas oscuras en solitario. No era un día especial para él, era una celebración mas de su familia con otros de su variedad.

Afuera hay un bombardeo constante que le crea una ansiedad imposible de no somatizar con su entorno: sus hermanos y padres se esforzaron mucho por no dejarle absolutamente nada divertido a su alcance. Sólo le queda lamerse una pata, pues le pica mucho.

Esas bombas, piensa, deben caer no muy lejos de las casas. Si las ventanas están abiertas y entra una, se puede hacer daño en las orejitas o los ojos. Se para de su colcha y va a la cocina. Las cortinas están cerradas, pero no ve las ventanas detrás. No puede hacer mas nada así que empieza a caminar por toda la casa.

Oye carros y gente en la calle. Le encantaría estar afuera.

Espera y espera a que pasen los minutos. Hay mucha bulla a lo lejos, y el bombardeo se prende y apaga. Cuando es leve, el animal aprovecha y se acuesta a reposar el corazón. Cuando se pone fuerte, la patita le empieza a picar de nuevo.

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